martes, 22 de enero de 2013

LAS LEYENDAS DEL GUADARRAMA EN EL CAMINO DE MADRID







A finales del siglo XX la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Madrid, estudió el diseño de una ruta alternativa al Camino de Santiago Francés, para que los madrileños, saliendo de la puerta de su propia casa pudieran enlazar con el Camino tradicional y llegar a Compostela.


Aunque el camino es de nueva planta, procurando en su trazado alejar al peregrino de las carreteras, no por ello su lecho dejar de utilizar vías históricas, por la que se supone pudieran haber circulado minoritariamente algún peregrino a partir del Renacimiento.


Al recorrer éste nuevo Camino de Madrid, despertó mis recuerdos de adolescencia sobre la sierra madrileña y quise enriquecer con un poco de historia legendaria éste nuevo Camino a Santiago del futuro, uniendo varias fábulas en una hipotética y única leyenda.


Casa Ares reconstrucción idealizada




















INTRODUCCIÓN

Desde pequeño me ha sido inculcado al Guadarramismo, la influencia de mi abuelo contándome como en los años veinte subía a la montaña desde Cercedilla,  incluso sufriendo algunas veces el apedreamiento, levanto en mi el interés y la fascinación por la sierra madrileña. Cíclicamente he acudido a la cita  y ella paciente siempre ha sabido guardarme las largas esperas. De leído y de oído conozco algunas de sus leyendas, unos legendarios relatos que siempre han ido unidos a un determinado lugar muy concreto. Como mis salidas serranas a lo sumo de dos días, siempre han sido de ida y vuelta a una ruta o a un lugar determinado han permitido que los árboles de un lugar no me dejaran ver el bosque.
Pero ocurrió que siendo también peregrino jacobeo en el Año Santo del  dos mil cuatro se me ocurrió iniciar mi Camino a Santiago desde la puerta de mi casa, bordee la Pedriza con nostalgia, recordando sus leyendas de bandoleros, raptos, lobas saltarinas y de huríes cautivas. Luego subí la Fuenfría y paré en el Pinar de la Acebeda donde se me vino a la mente el Templario de Casares.
A poco de aquello, caí en la cuenta que en ambas vertientes de la sierra, e independientes una de otra, se atesoraban dos leyendas que evidentemente se complementaban. Cuando  una gota de agua cae en el Peñalara puede ir a aumentar el cauce del río Tajo por el Manzanares, o bien al Duero por el Eresma, pues su cima parte en dos las mesetas, las cuencas fluviales, las provincias y parece ser que también las historias.
Las leyendas son narraciones legendarias nacidas del relato de hechos reales y que se trasmiten de boca en boca, adornándose de matices en voz y gusto del narrador, pero guardando siempre en contenido la esencia o moralina de lo ocurrido.
Quizás mi imaginación o el análisis lógico que me gusta aplicar a las cosas vio un común de amores, muertes y penas, cuevas, moras, doncellas Blancas de nombre o de aspecto, templarios, brujos y tesoros y pensé en que todos estos ingredientes podría condimentarse en una sola historia sin afectar en esencia las cuatro o cinco piezas de ese puzle legendario. Se me ocurrió además hacerlo en forma de romance serrano para ser declamado por un Mester Peregrino, como pretexto originario por el que lo idee, pero al ir documentandolo más ha tomado un cuerpo independiente de trabajo monográfico.



LA LEYENDA DE CASARES

Las ruinas de Casares, están apenas perceptibles situadas apartadas a un lado del camino que atraviesa el Pinar de la Acebeda una vez rebasado el Puerto de la Fuenfría en su vertiente segoviana. Como su acceso es andando, pues la zona tiene prohibido el paso a los vehículos  con motor, muy alejado e las zonas de aparcamiento, su conocimiento es limitado, pues se requiere un cierto esfuerzo llegar andando allí.
El pinar de la Acebeda son unas bellas praderas en un valle que forma el río de la Acebeda que le da nombre y que hace referencia a la presencia en el lugar de acebos. En aquel mismo tiempo escribía el legendario Antonio Victory Presidente de la Real, que no republicana, Sociedad Española de Alpinismo Peñalara; “escondidos entre los pinos, los restos del antiguo convento de Casares, ruinas sin valor artístico, pero en sitio de belleza extraordinaria”.
Este convento atribuido a los templarios parece ser que estuvo bajo la adoración de la Virgen del Rosario, una virgen con un nombre de origen dominico, pues así se nombró a Nuestra Señora cuando entrego a Domingo de Guzmán un rosario de pétalos de rosa para que se la rezara. Aunque queda constancia de una ermita situada junto a la calzada romana a unos doscientos metros enfrente de las ruinas que por desmontada en el siglo XIX y trasladada su virgen titular, Nuestra Señora de los Remedios, a la cercana población de Revenga.
El erudito montañero y escritor Don Cayetano Enrique de Salamanca en su libro; “Por la sierra del Guadarrama”, recopila la leyenda del paraje: “ Un caballero templario, el senescal Hugo de Marignac, que enamorado de una dama se apropia de un tesoro templario, y que por celebrar nigrománticas en la cueva del Monje, en la cara septentrional del Peñalara quedó atrapada su alma en pena, vagando a caballo por estos lugares”. La historia y el lugar contienen todos los ingredientes románticos del siglo XIX, ruinas de conventos, tesoros templarios escondidos, almas en penas.


La cueva del Monje


Santiago Soler Seguí en su Capitulo sobre “Leyendas Templárias” en la obra “Codex Templi”,  recoge la “La leyenda del convento de Casares y la cueva del Monje”, poniendo en duda por falta de pruebas, de que el convento estuviera vinculado al Temple, aunque cita otra fuente que la recopila; “Cuentos, leyendas y anécdotas, de Javier Leralta, (Siles, Madrid 2002, Volumen II)
El relato que nos hace se resume así:
-El senescal del Temple Hugo de Marignac es el único sabedor de donde se esconde un tesoro que el temple ante el proceso que se inicia en París ha escondido en la sierra del Guadarrama.
Don Hugo se enamora de una condesa al servicio de la reina de Castilla, pero esta le rechaza por estar esperando a un amante ausente. Para conseguirla el senescal acude a un brujo con fama de raptor de doncellas, que habita en el Paular en una extraña cueva, y al que promete el oro escondido a cambio de conseguir el favor de su pretendida dama.
El brujo prepara una ceremonia en la cueva del Monje con conjuros y un sacrificio humano, el templario clavó la espada en el corazón de su amada condesa sin saber que era ella, pero descubierto la treta al serle requerido el tesoro, acabó también con la vida del brujo. Desde entonces el templario se condenó y su fantasma guarda la fortuna escondida por el temple en estos lugares, cabalgando de noche sobre un corcel negro-.
La condesa junto a la reina de Castilla habita el cercano palacio de Valsain, como este fuera iniciado por el Trastamara Enrique III, hermano de Isabel la Católica no concurre en tiempo con la desaparición de la Orden del Temple acaecida a principios del siglo XIV.
Pero honor a la verdad, la cruda historia mata el romántico encanto de la leyenda creando serias dudas. En época más reciente al Año Santo del 2004 en el que mi paso por aquí dio pie al neorromance legendario, apareció primero una cerámica explicativa del lugar que incluida la imagen reconstruida de la edificación reza de la siguiente forma:

“Los montes de Valsain y sus paisajes han sido muy apreciados por los reyes desde el siglo XIV. Hacia 1565, Felipe II terminó de construir en Valsaín el palacio del El Bosque, mandado edificar por Carlos I veinte años atrás.
Hasta finalizar el Escorial, el segundo de los Austrias acudía asiduamente en verano a Valsaín, a pesar de las dificultades del camino. En 1566 la reina Isabel de Valois, embarazada de la infanta Isabel Clara Eugenia, hubo de pasar por grandes sufrimientos en su desplazamiento, por lo que el rey, aconsejado por Francisco de Eraso, decidió levantar una casa en las cercanías del puerto de la Fuenfría para aliviar los rigores del viaje. La casa fue construida por Gaspar de la Vega, con grandes muros de piedra y tejados de plomo.
A finales del siglo XVII terminado el paso de Navacerrada, la casa Eraso quedó abandonada y en ruinas. En su desolación situó Jesús de Aragón (El fantasma de Casares, 1931) el tesoro perdido de los caballeros templarios.
Manuel Gomez Zea, Diego Conte Bragado y Juan E. Cristóbal Martín (Hecho en Sepúlveda Verde).”

Con la dificultad de encontrar semejante publicación, “un libro fantasma”, un año más tarde en el lugar de Casares amaneció un segundo cartel de factura más modesta y con leyenda más esclarecedora.





“PABELLON DE CASARÁS

El Camino debía de resultar muy duro para el tránsito de los carruajes reales y los viajes de los cortejos se convertían así en penosas travesías con pocos lugares para el descanso. Por ello, Felipe II mandó construir a mediados del siglo XVI un pabellón que permitiera a la familia real reponerse de las dificultades del viaje lejos del bullicio de la cercana venta de la Fuenfría. Las obras de construcción fueron seguidas de cerca por el secretario real francisco de Eraso, que dio nombre a esta casa utilizada más tarde como pabellón de caza y pozo de nieve.
La singularidad de este hermoso lugar, desde el que se disfruta de dilatadas vistas sobre el valle del río Valsaín y el macizo de Peñalara, ha alimentado siempre la imaginación popular. Sobre las ruinas de la Casa Eraso se forjó la leyenda del misterioso convento templario de Casarás, fuente de inspiración de la novela romántica “La sombra blanca de Casarás” que fue escrita por Jesús de Aragón en 1931”

El nombre del libro ha cambiado, así como las cosas, el orden de los factores altera el producto; El libro no crea la leyenda, lo que hace es solo recogerla junto con otras muchas. Si el parador de casa Ares servía para amparar a una reina antes de pasar el puerto, a  muy corta distancia de su palacio en Valsaín, ¿Por que no pudo existir cinco siglos antes un establecimiento que amparara el paso a los viajeros en el mismo e idílico paraje?, Perfectamente pueden ser las ruinas de un edificio construido sobre o cercano a unas ruinas anteriores pero en el mismo idílico paraje.

La cueva de la Mora en la Pedriza Madrileña, (detrás del arbusto central)



LA LEYENDA DE LA CUEVA DE LA MORA

Se cuenta que la hija más bonita de un árabe ricachón préndose fatalmente de un gallardo doncel cristiano que, dolido por los inconvenientes que hacían imposible su pasión, marchose desesperado a luchar contra las legiones del Profeta. Secuestrada por sus familiares, la joven infiel sucumbió prisionera en el pequeño recinto, al que trasmitió su nombre en memoria del episodio, y como roto el idilio, el caballero no volviera, ignorándose si desistió de la dama o pereció con su nave allá en los mares de Oriente, ella la mora constante s las promesas juradas tantas veces ante el ara de su propia naturaleza, en pleno escenario apoteósico del Circo de las Pedrizas, vaga en espíritu por los canchales durante determinadas fechas del año, precisamente aquellas en que supuso volvería el galán de sus amores, y que pensando por su regreso, que aguarda todavía, tiene la esperanza de poner fin a sus grandes ansias de espera que la muerte prematura no pudo acallar”.
Este párrafo está recogido literalmente de la pluma del Secretario General de la Real Sociedad Española de alpinismo Peñalara, don Arnaldo de España del Libro; “ Guía de la Sierra de Guadarrama” de 1931.
Hay una variante de la leyenda que especifica un poco más, y que publica la concejalía de Turismo del propio Ayuntamiento de Manzanares. El amante  se va a las cruzadas, y la familia de la dama encarga a una banda de forajidos la custodia de la joven, uno de los bandoleros intima con la dama y es convencido para buscar al caballero cruzado, pero descubiertos estos son matados por los bandidos ante los ojos de la mora, despeñándose esta desesperada ante la acción.
El  reconocimiento del lugar da cierta coartada a la leyenda. La oquedad está en medio de un frontón  de granito, a la que solo se puede acceder escalando o descolgándose desde arriba con una cuerda, esta celda natural no precisa de rejas e impide el contacto directo entre la presa y los carceleros. Los alimentos la serían suministrados desde arriba descolgando una cesta.
 En cuanto a la soledad y la discreción del entorno eran las idóneas para una cosa así. Antes del nacimiento del guadarramismo a principio del siglo XX, internarse en ese laberinto de piedra y vegetación era temerario, incluso a los pastores pues el lugar reúne todas las cualidades de un perfecto paraíso para el bandolerismo, como así ha demostrado la historia. Bello e inhóspito parece lógico que la familia de la joven no habitase el inaccesible lugar mientras se custodiaba a la hija, dejando esa tarea a un grupo más aguerrido y montaraz a la vez que se salvaguardaba la integridad de la joven con la sola presencia de una persona de confianza


LA LEYENDA DE LA DAMA BLANCA

La Dama Blanca o Dama de la Pedriza es en realidad un degeneración de la leyenda de la Cueva Mora, la conozco de forma muy directa por haber sido blanco de sus consecuencia pues en el fondo se trataba de una broma.
Mis primeros pasos por el montañismo y la escalada fueron como tantos madrileños por las sendas y piedras de la Pedriza. Cercano al Refugio de Giner de los Ríos está plantado el Canto del Tolmo, que no es sino un Monumento Natural erigido al antes mencionado filólogo, pedagogo y padre del Guadarramismo Don Francisco Giner de los Ríos, y que no dejaba de ser una enorme piedra granítica solitaria en medio del circo que presumiblemente había caído rodando desde alguna cumbre cercana. Frente a este gran bolo, nos deteníamos para aprender observando o practicando técnicas de escalada artificial, pues se había formado un aula natural de una espontánea  escuela madrileña de montañismo. Entre los allí presentes la conversación nacía al hilo de tensar cuerdas y era fácil emparejarse con algún maestro para seguirle a otras vías más complicadas. Era allí precisamente donde entre otras batallitas montañeras te contaban la Leyenda.
- La Dama Blanca era un espectro que vagaba en determinadas noches por la Pedriza, despeñada mientras escalaba con su compañero, buscaba a su amante montañero entre todos los que acudíamos a la llamada de las piedras en aquel lugar. Ciega por el amor o quizás por el trastazo, lo cierto que la celosa fantasma tenía que reconocer los rostros con la mano, y muchas veces presa de furor volcaba su ira con el excursionista, por lo que no era infrecuente encontrar por las mañanas algún montañero con un piolete clavado en el estómago.

Una historia muy pueril, pero la noche en la Pedriza es sobrecogedora, sobre todo si hay luna llena aquel circo adquiere una especial dimensión. En verano solíamos dormir con el saco momia y una funda de vivac bajo las estrellas, con las manos prisioneras dentro del saco nuestra faz era lo único que asomábamos al exterior, de pronto notabas que una mano fantasmal te cogía la cara y una voz te decía; -“Soooyyy  la Daaamaaa Blannnnca”.

Perfil de la Mujer muerta



LA LEYENDA DE LA MUJER MUERTA

Tras el Montón de Trigo, el Pinar de la acebeda cierra su lado occidental en la sierra segoviana de la Mujer Muerta, nombre que se debe al aspecto que ofrece su silueta desde lejos, el perfil de una mujer yacente en el que se destaca recortándose en el cielo su cabeza pecho y vientre. Su forma da fácil pie a formar las leyendas, quizás la más irreales de toda la sierra del Guadarrama.
- Una dama llamada Blanca era la hija del señor del castillo del lugar, la joven tenía enamorados de ella a dos hermanos de un castillo vecino. Acudiendo a una cita amorosa en una noche tormentosa, los hermanos se topan sin reconocerse y viéndose adversarios en el amor luchan con sus espadas. Blanca interviene para separarlos pero interpuesta se cruzan sobre su cuerpo las espadas dándola simultáneamente muerte. Yerto el cuerpo sobre el suelo se crece sobre si mismo hasta formar la silueta y tamaño actual.
A sus pies discurre el río Moros y no solo es curiosa su silueta que como un templo orienta su cabeza a oriente y sus pies a occidente sino su moraleja. La dama es Hispania y en la lucha por conseguirla esta se crece separando a los dos hermanos oriente y occidente, moros y cristianos.



ELEMENTOS COMUNES

Blanca

(Leyenda de Casares) El título del libro de Jesús de Aragón en 1931 se titula; “La sombra blanca de Casares”.
(Leyenda de la Dama Blaca)  El propio nombre de la leyenda “Dama Blanca”.
(Leyenda de la Mujer Muerta) La mujer muerta, la protagonista se llama Blanca

Cueva:

(Leyenda de Casares)  Se citan dos cuevas, la del Monje, que existe con ese nombre en la actualidad  y otra que nos es desconocida en el Paular
(Leyenda de la Dama Mora) La Dama Mora es encerrada en una cueva. Que existe en la Pedriza con el nombre de la Cueva de la Mora.

Cruzadas:

 (Leyenda de la Dama Mora) Habla de un caballero que se va a luchar contra los moros embarcándose en mares de oriente. También se dice textualmente que el amor marcha a las Cruzadas.
(Leyenda de Casares)  Los templarios son caballeros cruzados, su orden nace en el Templo de Jerusalén tas la primera cruzada.

Matar con la espada a la amada

(Leyenda de Casares)  Marighnac mata a su dama sin saberlo, clavándola la espada en el corazón.
(Leyenda de la Mujer Muerta) Doña Blanca muere a manos de sus amantes al interponerse en un duelo  entre las espadas de ambos

Amores ausentes




Las ruinas actuales del Palacio del Bosque



EL PALACIO DEL BOSQUE

El Palacio del Bosque de Valsaín, fue mandado construir por el rey de Castilla y León Enrique III, Tratamara (1379 a 1406).
Fue engrandecido por Enrique IV. Carlos I lo transformó en residencia real y Felipe II lo transformó en un amplio palacio, siendo utilizado por todos los reyes Austrias hasta que en tiempos de Carlos II el Hechizado sufrió un aparatoso incendio.
Con los Borbones en el trono de España no se abandonó el lugar, sino que Felipe V aprovechó para mandar construir otro palacio de nueva factura al estilo versallesco de su abuelo el rey Sol, para ello escogió el lugar no muy lejano que fuera granja de abastecimiento del palacio Austria del Bosque, el lugar debía de ser tan a gusto de la monarquía que incluso se hizo enterrar allí con su mujer, lejos del Escorial.
Felipe II, fue su gran constructor e a imagen del que más tarde construiría en el no muy lejano Escorial, también aquí se hizo construir una silla de piedra en un promontorio no muy lejano para seguir de forma perspectiva las obras de construcción.
Las ruinas actuales son tan imponentes como vergonzosas, pero de pura lógica tienen los días contados para su reconstrucción. Por un cuadro de Giuseppe Leonardo existente en el palacio de Felipe II del Escorial, así como los muchos e importares restos conservados por el tiempo se ha podido construir una maqueta que se puede disfrutar en el centro de interpretación de Valsain.



LA NUEVA HISTORIA UNIFICADA

Hugo de Marignac  es un senescal templario que como su nombre indica es de origen franco, este monje soldado está al frente de la encomienda que mantiene la Orden en la segoviana y  cercana localidad de Torrecaballeros. Como la función de esta Orden Militar, llamada en su origen; “De los Pobres  Caballeros de Dios”, es principalmente cuidar los caminos protegiendo a los peregrinos, cercano al inhóspito paso de la sierra por el puerto de la Fuenfría mantiene una bailia, mitad convento mitad hospital refugio de transeúntes en el paraje de la Acebeda que con el tiempo se denominaría de Casares.
Este camino que une ciudades como Toledo, con Segovia, Valladolid así como al resto del reino de León a Burgos, tiene su pasó único al atravesar la sierra en estos lares.
La Fortuna o su rueda, hacen que este caballero de patrulla descubra, auxilie y se enamore de una mujer de otro mundo y confesión, una joven mora casadera, hija de algún rico y prospero musulmán de los mudéjares que habitan entorno de la soto-sierra de codiciados pastos de la vertiente sur de la sierra, posiblemente en Los Molinos donde queda constancia de un asentamiento musulmán.
Es un amor imposible doblemente, por los votos del monje soldado a los que debe renunciar, como presumiblemente su amada obelisca ha de prescindir de su fe, costumbres, familia y forma de vida. Ambos amantes se juran fidelidad antes de separarse temporalmente ya que el templario ha de acudir a su superior en Francia para desatar su milicia.
Pero la fatalidad hace que una vez en la casa central de la Orden en París, nuestro senescal se vea arrastrado y envuelto en una Cruzada de la que no se puede negar a participar, pues de su intervención puede depender la liberación de sus compromisos. Embarcado en Venecia en el año de 1202, las fuerzas expedicionarias a tierra Santa son desviadas a luchar con los infieles en Bizancio en una campaña que dura tres años.
Mientras tanto el tiempo se le hecha encima a la doncella que no ve como eludir sus obligaciones de mujer en aquellos tiempos, en que los padres obligan a sus hijas en casar a su voluntad y a favor de sus interés. Ante sus negativas y a fin de hacerla entrar en razón es castigada a estar cautiva en una apartada cueva, temiendo quizás el padre a que pudiera ser rescatada por el cristiano pretendiente, aunque la citada Cueva de la Mora en la Pedriza del Manzanares no fuese un lugar adecuado por el difícil acceso a la cavidad, a pesar de la idoneidad del apartado enclave en el que esta situada.
Blanca muere de pena en tan larga espera, o quizás desesperada se despeñe lanzándose al vació, el caso es que su alma de joven, en inesperada muerte queda atrapada para la eternidad entre aquellas piedras, esperando para siempre la vuelta de su amado cristiano.
Cuando el regresa, ya tardíamente licenciado, conoce la noticia, esconde el oro que de sus tierras de Marignac traía para comprar la voluntad del padre y decide retirarse como ermitaño al mismo lugar donde supuso sucedió la pasión de su amada. Esta sierra que no se caracteriza precisamente por contener cuevas, tiene una oquedad cercana, formada por piedras superpuestas de forma  natural que se conoce hoy como la Cueva del Monje, orientada en la ladera contraria al paraje de la Pedriza, pero con la vista frente a otra montaña de leyenda, la de la Mujer Muerta.
Gracias a sus conocimientos iniciativos en las artes esotéricas, que se le suponen a un templario, celebró ceremonias nigromantes destinadas a reencontrar el espíritu de su amor y revivirla, pero el ánima de ella está atrapada en otro lugar y con ello solo consiguió condenar su alma a vagar en la eternidad buscando a su amada por aquellos lugares.
Dos almas que penan en las noches de luna llena buscándose recíprocamente en dos vertientes distintas de la misma sierra sin encontrarse. Muchos son los que buscando el tesoro de oro escondido en las ruinas del convento templario de Casares ven por las noches el espectro del caballero recorrer a caballo el camino. También son muchos los montañeros alpinistas de la Pedriza que juran ver una blanca figura iluminada por la luna, penar por los canchales que cierra la Cueva de la Mora, pero nadie les ha dicho que si anduviesen de peregrinos a Compostela por el mismo camino, no tardarían mucho en reencontrarse estas dos almas gemelas perdidas en el tiempo.


EL CAMINO DE MADRID A SANTIAGO

Si bien el trazado del Camino de Santiago, el llamado Francés que seguían los peregrinos europeos, nos queda claro por haberlo recogido por escrito el Codice Calixtino en el siglo XII, es de recibo que en menor escala el cristiano peninsular, una vez finalizada la reconquista peninsular y su recolonización, en muchísima menor escala, deseara también visitar la tumba en Compostela del Apóstol Santiago. Para ello y en buena lógica es de imaginar que el peregrino hispano escogiera para su tránsito los caminos más protegidos frecuentados, así como los que dispusiesen de una mayor hospitalidad a la peregrinación.
Con la conquista de la Taifa de Toledo por Alfonso VI sobre el año 1090, al mozárabe que habitara la cuenca del río Tajo se le abría la posibilidad de poder peregrinar abiertamente a Galicia sin abandonar su propio reino. El único inconveniente sería el atravesar el sistema montañoso central para acceder a la cuenca del Duero. Los tres pasos por los que podrían cruzar serían al este por Somosierra a los pies del pico Ocejón, al oeste por el Puerto de Guadarrama y al norte por el Puerto de la Fuenfría. De los tres el más lógico para el mozárabe madrileño sería la Fuenfría pues además de seguir una antigua vía romana, inmediatamente después de sobrepasar el puerto, a 23 kilómetros se encontraba la importante ciudad de Segovia, con Alcázar real incluido, en realidad este itinerario enlazaba Toledo con el Castillo de Madrid y las ciudades de Segovia, Coca, Valladolid, Medina de Rio Seco, Grajal y Sahagún, teniendo en cuenta que el primer arzobispo de la reconquistada Toledo no fue sino el importante Abad de Sahagún, monasterio que como Casa Madre introdujo el Cluny en España.
Con el tiempo y el progreso otros puertos se han abierto paso en importancia y comodidad como el cercano de Navacerrada en 1887, que dejó obsoleto a la Fuenfría, precisamente por eso al recrearse hace pocos años un camino de peregrinos desde Madrid que enlazara con el tradicional Camino de Santiago, evitando en todo momento las vías con el peligro que supone el tráfico motorizado, se reabrió al uso andante el Puerto de la Fuenfría, tras el cual encontraremos el Pinar de la Acebeda. La aproximación a la sierra se realiza desde Colmenar a Mananares el Real por los feudos de la Casa Mendoza, que con intereses y posesiones en Alcalá de Henares y Guadalajara tenía su propio itinerario. Así nos vemos precisados a pasar bordeando las estribaciones de la Pedriza del Manzanares un poco antes de bordear los pies de la Maliciosa.
Si el peregrino tiene un poco de interés y tiempo, recalaría en el ancestral santuario de la Peña Sacra, que a tan solo veinte minutos de su camino le ofrece una perspectiva y panorama paisajístico increíble frente a una de las entradas de la Pedriza. También es  posible que el peregrino pase insensible junto a las ruinas de Casares sin apreciarlas e incluso no pararse al ver el macizo del Peñalara ni volverse a contemplar la mujer muerta, cuyo perfil acompaña varios días al romero en su camino recortándose a su espalda en el horizonte. Pero no por que no te pares a verlo deja de existir y estar allí frente a nosotros.
La Pedriza del Manzanares, El Pinar de la Acebeda y la cumbre del Peñalara son los tres lugares en trono a los que se desarrolla el romance, los tres fueron conjuntamente declarados por Real Orden de 11 de julio de 1927 “Sitio Natural de Interés Nacional”, “….y análogamente Monumentos, con igual categoría y significación, los elementos del paisaje en extremo pintorescos y de extraordinaria hermosura, y especialmente si están avalorados por la leyenda, la tradición o la historia”. La Pedriza fue englobada  en 1985 bajo la figura de “Parque Regional de la cuenca alta del manzanares” y en 1992 la Unesco lo declaró “Reserva de la Biosfera”.
Por otra parte el peregrino al llegar al enclave denominado la Cruz de los Gallegos y tras recorrer una veintena larga de kilómetros sin presencia de asentamiento humano, puede seguir directo a Segovia o escoger bajar al cercano Valsain para desde allí aproximarse a Segovia por los andaderos de la Granja de San Ildefonso.
En Valsaín se encontrará con los imponentes restos de un palacio iniciado por la casa Trastamara, unas impresionantes ruinas en parte ocupadas, que han pasado muy desapercibidas por la historia, sus restauradores y los turistas que visitan los versallescos jardines del cercano palacio de la Granja, en cuyo lugar antaño se levantaba la granja que abastecía al palacio del Bosque de Valsain.



                                             
     AMORES DEL GUADARRAMA

     De las sierras del Guadarrama
     que parten la Castilla en dos,
me contaron sendas leyendas  
que en una sola relataré yo.
De los amores imposibles
corriendo el mil doscientos dos,
entre una bella, rica mora,
y un pobre soldado de Dios. (1)

Don Hugo, de Torrecaballeros
hacía la ronda de su convento, (2)
cuando al pasar la Fuenfría,
en la portilla, una escena le alarmó,
acercase a ver un carro
con la rueda rota en dos, (3)
sobre el que lloraba sola,
una joven, presa de desolación.

De sus lágrimas
el frío hacía perlas,
de sus temblorosos labios
mudar el color,
el corazón le latía
lleno de desesperación.

-¿Por sacarla de esta quita,
que no haría yo?.
-No llores doncella,
no tiembles bella flor,
-Que te daré de mi capa, media,
para que tomes calor. (4)

La montó en su caballo
agarrada ella en su pos,
mientras bajaban la sierra
se calentaba su amor.

-Esperame mora bella
guardame mi corazón,
Que pediré licencia en Francia (5)
me tardaré un mes, o dos.

-¿Y si mi padre me casara,
que es lo que haría yo?
- No temas, que licenciado,
a tu padre en oro, daré razón. (6)

El senescal de la Orden (7)
a su casa de París se llegó,
más el perdón de sus votos,
el Gran Maestre aplazó,
pues en Jerusalén se necesitaba
luchar en nombre de Dios. (8)

Marignac, en Venecia embarcó,
y de Bizancio en tres años,
alejado de su amada
de la guerra no volvió.

Mientras tanto, la dama mora,
lloraba sin consolación,
pues su padre quiere casarla,
con un moro ya mayor.
Como ella se negara,
en una cueva la encerró,
hasta que diera consentimiento
de la boda, sin amor.

Cerca del Manzanares,
entre otros hay un canto, (9)
con una cueva en su centro,
que su acceso causa espanto.
Allí murió de pena,
cansada de esperar,
una mora que dio nombre,
la piedra, a la cueva y al lugar. (10)

Volvió a la tierra de Casares, (11)
licenciado aquel guerrero
recibiendo la mala nueva,
de que ya tiempo hacía,
que en la cueva de una peña,
su amada mora, de amor yacía.

La celda de su amada
incesantemente ha buscado,
y en ella del mundo
para siempre se ha retirado,
El soldado monje, y caballero,
convertido en ermitaño
Pero a los pies de la montaña, (12)
el lugar de la muerte, ha errado

Pero por practicar el arte,
nigromante, en revivirla (13)
el alma del monje
a eternidad fue condenada.
Y de las puertas de cueva,
de Balsaín a la Acebeda
durante siglos su pena,
el espectro ha cabalgado.

No muy lejos, en la Pedriza,
por los canchales vagando,
en las noches de luna llena,
en alma, ella  está esperando
la llegada de su errante,
caballero y monje amado,
para unir sus dos almas
en eterno amor, sin pecado.

Aquí acaban las leyendas
de la dama Blanca y Mora,
de aquella Mujer Muerta,
frente al ausente monje templario.
Que en mi Camino a la Tumba
del Patrón, se me han topado, (14)
Y que con mucho amor,
a las cuatro y a los dos, he casado.

Y que si al noble público
aquí presenta ha gustado,
de estas antiguas historias,
que recogí, uní y he contado.
Después de meditar poco,
en la moraleja de este relato,
No tengan la menor duda,
de al juglar, llenar el plato.


NOTAS


(1).- El primer nombre con el que se bautiza la Orden del Temple, ubicada sobre el Templo de Salomón es el de “Pobres Soldados de Cristo”.
(2).- La Encomienda Templaria de Torrecaballeros controlaba el Camino por la Sierra.
(3).- La rueda y el carro son arcanos del juego adivinatorio del Tarot, El carro representa la vida sobre la que se asienta el consultante y la rueda el cambio de sentido de la misma.
(4).- Se hace referencia a la escena de partir su capa para compartirla con el necesitado protagonizada por San Martín de Tours.
(5).- La casa principal del Temple en Paris, la Torre del Temple.
(6).- No hay leyenda de templarios sin oro escondido, ni remoto castillo que no sea de origen moro.
(7).- Un senescal era el segundo en rango de la Orden, pero popularmente en castilla se refería al alcalde de un castillo, un castellano, y en este caso al responsable de una encomienda.
(8).- La Cruzada de 1202 por unos tratos con los venecianos desvió su destino y termino en Bizancio.
(9).-  Bajo el Yelmo y ascendiendo por el refugio Giner se sitúa la Cueva de la Mora, de muy difícil acceso para llegar a ella hay que descolgarse con cuerdas o escalar.
(10).- La Cueva de la Mora.
(11).- las ruinas de Casares  lugar de localización de un convento templario, un puesto o bailia cercana al puerto de la Fuenfría, en el placido pinar de la Acebeda.
(12).- El pico Peñalara es la cumbre más alta del Guadarrama, en las estribaciones de su macizo occidental se encuentra la Cueva del Monje frente a la sierra de la Mujer Muerta, dando la espalda a la sierra de la Pedriza.
(13).- Ceremonias negras exotéricas de invocación a los muertos con el fin de resucitarlos.
(14).-  El llamado “Camino de Madrid a Santiago” atraviesa o pasa cercano a los lugares reales que dan pie a las leyendas.





BIBLIOGRAFÍA.


APUNTES DE TRABAJO,  Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Tomo VII, Madrid 1971
CODEZ TEMPLI, Capitulo sobre “Leyendas Templárias”, de Santiago Soler Seguí en Madrid, 2004 Aguilar S.A.,
CUENTOS, LEYENDAS Y ANECDOTAS, de Javier Leralta, (Siles, Madrid 2002, Volumen II)
EL MONJE Y SU CUEVA, por Luis Ardila, de la R.S.E..A. Peñalara 1933.
GUIA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA, Capítulo “El Pinar de la Acebeda”, de Antonio Victory, Madrid 1931, Junta de Parques nacionales, Ministerio de Fomento de la II República Española.
Capítulo “Historias y Leyendas”, de Arnaldo de España
LA CASA ERASO (CASARES) DEL PUERTO DE LA FUENFÍA, por Gregorio de Cumbres. O.S.A.
LA CUEVA DEL MONJE, por Arnaldo de España, editado por la Revista Peñalara de la R.S.E.A. Peñalara en 1934.
LA SOMBRA BLANCA DE CASARES,  por Jesús de Aragón, Colección aventuras, Editorial Juventud,S.A. 1931
MANZANARES EL REAL, GUIA TURISTICA, , por el Ayuntamiento de Manzanares el Real, Concejalía Turistica, Madrid 2005.
POR LA SIERRA DEL GUADARRAMA, de Cayetano Enrique de Salamanca.
                                       

Las ruinas de Casares, junto al Camino


SIMPLEMENTE UN PEREGRINO



Museo
Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Inventario
0795
Clasificación Genérica
Pintura
Objeto/Documento
Cuadro
Autor
Muñoz Degrain, Antonio (Lugar de nacimiento: Valencia-València (p), 1840 - Lugar de defunción: Málaga, 1924)
Título
Un peregrino
Materia/Soporte
Lienzo
Técnica
Óleo
Dimensiones
Sin marco: Altura = 132 cm; Anchura = 69 cm
Iconografia
Religioso
Datación
1801=2000
Contexto Cultural/Estilo
Escuela Española
Historia del Objeto
Exposicines:
Retratos del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Palacio Municipal de Exposiciones Kiosco Alfonso, Vigo, oct.-nov. 1993, pp. 42-43, nº 17.
Bibliografía
ELÍAS TORMO. La visita a las colecciones artísticas de la Real Academia de San Fernando : itinerario de estudio entre los de la ruta 1ª : Madrid, para redactar la Guía del Centro de España (provincias de Castilla la Nueva, Avila y Segovia). -- Madrid : Hauser y Mene. 1929. p. 108; F-1903.

PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Inventario de las pinturas. 1964. p. 72.

RABASF. Catálogo del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 1929. p. 67.
Forma de Ingreso
Donación
Fecha de Ingreso
1915
Catalogación
Departamento Museo


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Al pie, y en el centro del cuadro, podemos distinguir como un
esqueleto degüella a un pergrino. Previamente se le ha despojado
de su bordón, calabaza, escarcela, esclavina y sombrero con vieiras.

Localización: Museo del Prado.
Catálogo: P01393.
Autor: Pieter Bruegel "el Viejo".
Título: El Triunfo de la Muerte.
Cronología: 1562.
Técnica: Oleo.
Soporte: Tabla.
Medidas: 117 cm x 162 cm.
Escuela: Flamenca.
Tema: Alegoría.
Expuesto: Si.
Procedencia: Colección Real, adquirida por la reina Isabel de Farnesio entre 1746-1759, entre las pinturas incorporadas a la Granja tras la realización del inventario de 1746 y la partida de la Reina a Madrid en 1759.

Obra moral que muestra el triunfo de la Muerte sobre las cosas mundanas, simbolizado a través de un gran ejército de esqueletos arrasando la Tierra. Al fondo aparece un paisaje yermo donde aún se desarrollan escenas de destrucción. En un primer plano, la Muerte al frente de sus ejércitos sobre un caballo rojizo, destruye el mundo de los vivos, quienes son conducidos a un enorme ataúd, sin esperanza de salvación. Todos los estamentos sociales están incluidos en la composición, sin que el poder o la devoción pueda salvarles. Algunos intentan luchar contra su funesto destino, otros se abandonan a su suerte. Sólo una pareja de amantes, en la parte inferior derecha, permanece ajena al futuro que ellos también han de padecer.La pintura reproduce un tema habitual en la literatura del medioevo como es la danza de la Muerte, que fue frecuentemente utilizado por los artistas nórdicos. Brueghel dotó a toda la obra de un tono pardo rojizo, que ayuda a dar un aspecto infernal a la escena, apropiado para el asunto representado. La profusión de escenas y el sentido moralizante utilizado por el autor, son parte de la influencia de El Bosco en su obra.